12.10.2006

024

La primera frase es la que más me cuesta encontrar cuando comienzo a escribir. Siempre he preferido escribir de la una a las cinco de la mañana cuando las posibilidades de interrupción son casi nulas, lo cual con un trabajo rutinario no se puede hacer. Tal vez por eso escribo más durante los fines de semana y cuando estoy de vacaciones. Tengo un amigo escritor que se levanta todos los días a las cuatro de la mañana y escribe casi por dos horas. Yo quisiera tener su disciplina ya que le ha ayudado a terminar tres novelas y a publicar dos de ellas.

El proceso de escribir es emocional porque no lo emprendo por algo o para alguien, sino porque es una tarea ineludible, porque debo materializar algo que sospecho, algo que siento y que se resiste a quedarse en silencio. Muchas veces he pensado que mi vida sería más fácil si no tuviera que escribir, si no me gustara jugar con palabras. Incluso cuando trato de hacer otras cosas como la cocina o la fotografía, reconozco que me falta algo, que es necesario poner en palabras lo que hice. Aunque me he tratado de separar de la escritura, de olvidarme de los poemas y de las narraciones, siempre me veo forzado a regresar, a terminar este trabajo que no escogí.

"A ver si llega la hora
A ver si tu te das cuenta
que lo que está bien perdido
ni se busca, ni se encuentra."
Dame la libertad - Juan Peña El lebrijano

Le gustaba pensar que algún día la chica P encontraría su bitácora. Quizá así ella podría leer todo lo que Jorge no le pudo decir. Poner su historia a la disposición de todos era también apostar a que algunos de sus amigos, de sus conocidos, de sus familiares la pudiera leer también y descubrir la otra vida que Jorge llevaba en la red. Habría sido más que fácil buscarla en su consultorio en San José o en Santiago, sin embargo, una reunión sería artificial. No era importante que volvieran a estar juntos, era suficiente con narrar la historia de los dos. Si las circunstancias, si los deseos de los dos hacían posible otro encuentro, eso sería material de otro cuento.

Claro que cargaba con una historia vieja. Quizá la chica P ni se acordara de él. Era necesario hacer posible que ella tuviera la posibilidad de saber lo que Jorge no le pudo decir. Desear algo más que eso estaría más allá de las posibilidades de su escritura. ¿Para qué hablar despues de tantos años? ¿Qué ganaría con narrar su historia? Nada. Acaso sería una forma de liberarse de la chica P, de hacer posible que otra mujer fuera parte de su vida.

Me acuerdo de tus ojos verdes, P. Te quise tanto que me dio miedo decírtelo. No supe que podrías hacer con todo mi amor, que podría hacer con todo tu amor. Tuve miedo de ser esclavo de esa fuerza que me llevó a México D.F. a estar junto a vos. Mi error, entiendo, aclaro y grito. Le fue infiel al torbellino que nos llevó a estar juntos. ¿Me perdonás?

2 comments:

Sirena said...

Pues decile a la chica P que existe este lugar... aunque no quisiera escuchar, no va a poder resistir la tentación y aunque sea por puro perfume para el ego, se va a leer todo lo que le has escrito.

C said...

Apuntás a una posibilidad narrativa muy interesante. ¿Qué pasaría si los dos se encontraran otra vez? Es posible que Jorge Marín Hernández le avise a la chica P del blog. Ahora, el objetivo de este tipo de juegos es encontrase sin avisarle al otro, como sucede en Rayuela cuando La Maga y Horacio se citan en ningún lugar preciso de Paris y siempre se encuentran en un bar o en una librería o en la misma calle y nunca pueden explicar como fue que llegaron ahí. Quizá confiaría más en un encuentro de esos que en uno que yo provoque. Mi interés es describir y entender la forma en que traicioné a este torbellino para poder navegar bien el próximo.