11.25.2006

023

La pregunta es repetida y aburrida. Formular una interrogante en el infinito espacio de la página en blanco, en el silencio absoluto de las voces ensordecedoras del mercado y de la costumbre. Habría incluso que echarse atrás, verse al espejo, y consultar algún oráculo, y tal vez aceptar que ya no puede haber respuesta, que todo se vuelve simulacro, ejercicio aprendido con el buenos días rutinario y el llegar a la hora en punto al trabajo, preocuparse por la dieta y ahorrar alguito para el día de jubilación. Habría que pensar si vale la pena pensar tanto en algo que no se puede saber, que no se puede apre(h)ender. Sin embargo, sigo igual, aunque me levante con los ojos bien despiertos, siento el tiempo como una avalancha inevitable, que asfixia mis signos y que me exige continuar palabrando y perderme en los espacios de cada letra, entre cada palabra para respirar en paz, sin prisa, en este tiempo a-significado.
Diario personal - Enero 2000

Al final siempre vuelvo a escribir sobre las mismas obsesiones que me han perseguido desde que tenía quince años. Quizá como decía el viejo Borgés uno se pasa toda la vida re-escribiendo el mismo poema o el mismo cuento. Escribo porque quiero salvarme del olvido, de la suicida y cotidiana maldición del trabajo remunerado, de vivir en un mundo al que no me puedo ni quiero acostumbrar. Materializar estas palabras conlleva el peligro expreso de emprender una ruta de la que no hay regreso, de cruzar un puente que solamente tiene una via ya que las viejas artimañas que he utilizado para sobrevivir no me servirán más.

No sé si era necesario regresar a un punto de arranque similar al que vive Jorge Marín Hernández al comenzar a relatar Torbellino Blues. Sin embargo, aquí estoy nuevamente y es necesario que apueste todo el dinero a la casilla roja 22 y que le permita a la ruleta de la escritura que decida nuestra suerte.
Sospecho desde hace muchos años que no me enfrento a esta narración porque no creo que ni mis personajes ni yo nos podremos salvar. No obstante, ya no puedo escapar y correr de mujer a mujer, de trabajo a trabajo, de país a país, de crisís familiar o personal a crisís personal o familiar. Ahora, debo saber mi pequeña verdad y confiar en que podré navegar a buen puerto los vientos insobornables del torbellino.

2 comments:

Sirena said...

Hum... (ceja levantada)

C said...

¿Me podrías explicar un poquito más?