11.18.2005

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Jorge Marín Hernández se quedó viendo por largo tiempo las cuatro carpetas de correos electrónicos en su computadora que guardaban su historia y la de la chica P. Hacía tiempo que no había re-leído esos mensajes un quinta o sexta vez. Estuvo muchas veces a punto de borrarlos como para convencerse de que nada había pasado. Sin embargo, no lo hizo porque sospechaba que algún día tendría que narrar lo sucedido entre ellos dos. Ahora, que habían pasado tanto años sin revisitar esa historia, como lo hizo tantas veces en su mente, era capaz de comprender al fin, con solo leer algunos pocos, que se equivocó terriblemente, que ese dolor suyo solamente multiplicó la soledad suya y la de la chica P porque fue incapaz de escucharla y de entender sus palabras. No solamente había guardado los correos sino las sesiones de charla por Internet que mantuvieron varias noches cuando planearon ese viaje desdichado a un México DF de pesadilla.

Tenía todo el material necesario para empezar su narración y ganas no le faltaban. Ni siquiera le hacía falta imaginar un final. No obstante, sabía que iba a entrar a un territorio minado en que cada palabra portaba el peligro de recordarle un gesto o una caricia y realmente ignoraba cómo saldría de tal encuentro. Sin embargo, era necesario re-leer esos correos para buscarles un orden que alguna vez ellos dos compartieron, quizá eso era lo único que podría rescatar ahora.

Supongo que mejor empiezo por lo que no he dicho, por lo que me callé. No te dije como te sentía porque sabía que no era correspondido, porque no te gustó nuestra química presencial, como dijiste. Sí, corrí desesperadamente porque tus brazos no querían o no podían abrazarme. Sí. te quise calladamente porque, como dice Pablo Milanés, te acercaste a lo que simplemente soñé.

Las razones no son importantes: que haya sido por culpa tuya, por culpa mia, por nuestra culpa, no cambia nada, no disminye mi dolor ni el sabor amargo que dejá esta situación.

Pienso que lo mas importante es que esto nuestro, que no sé que es, que no tiene nombre, acabe. Si no cometemos los mismos errores la proxima vez que estamos con alguien, creo que eso es immenso: significa que nuestro tiempo no fue en vano.

Dirás que solamente esperaba un desenlace, que me mantuve en contacto las dos ultimas semanas por obligacion, y yo diré tal vez. No es importante el motivo de mis acciones, lo importante es que hice lo que tenía que hacer: esperar, escucharte y estar listo a apoyarte en lo que fuera. No obstante, ha sido dificilisimo porque esta situacion me revienta el alma, y necesito asimilarla lo antes posible. Considero que la mejor manera de lograr dicho objetivo es que no nos escribamos mas, que nos olvidemos que el otro existe. En este momento por las heridas, por los recuerdos, por sobrevivencia individual, me es imposible darle oxigeno a esta escritura de nosotros, alimentar la mas ligera esperanza de que puede haber otra resolucion, permitir que las circunstancias y que vos y que yo conspiremos otra vez para quedar herirdo. Por eso digo que no importa la razon.

Aunque el daño no ha sido permanente, si fue severo y el paciente necesita reposo. Mas que palabras, necesitaríamos hechos. tendríamos que pasar del plano virtual al real. Como dije en otra ocasion, vos no estás en condicions de hacer nada por mi por la distancia, y por tus obligaciones. Necesito compañia, carino, apoyo y vos no lo podés dar seria como pedirle peras a los olmos. Además, no se te olvide nunca, no estoy en condiciones para soportar otro golpe de los tuyos, de las circunstancias.

Sigo pensando que yo sí era capaz de aceptarte como eras, como sos, en ese tiempo, y tal vez ahora también. Unas 12 horas antes de verte en persona inutilmente te dije:

"Hay ciertos vientos en el horizonte que están destinados a encontrarse. Vientos del norte, vientos del sur. No sé si sabías que así es como se forman los torbellinos, cuando un viento frio se encuentra con uno caliente. Los torbellinos nacen a cualquier hora: en la muda noche, en la tibia mañana, en la escurridiza tarde. Nacen sin pedir permiso y en cualquier lugar. Usualmente los que ignoran los signos de su eminente llegada son los que más sufren, los que más deben reconstruir cuando las mentiras de sus paredes caen ante los vientos que esconden la verdad de los torbellinos y de la vida de los que están en su camino. En este momento, un torbellino se avecina, y no quiero ni puedo negarlo. Será por eso que dentro de poco te estaré viendo, te estaré oyendo, chica P."

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