4.27.2006

Dalton 004: Territorio de la memoria

Hace uno días logré rescatar, de las cajas en que guardo mis libros para un viaje que parece que nunca empezará, una colección de poemas del poeta salvadoreño Roque Dalton. Cuando uno lee relee un libro es como continuar una conversación con un viejo amigo. De todos los que murieron en las luchas de liberación centroamericanas, Roque quizá es una de las personas que más falta nos haya hecho. El triste y agónico espiritú estalinista del FMLN o FSLN y de esos izquierdosos tan sensatos y seguros de sus pasos, de áquellos años y de los de ahora, que se sienten tan bien escuchando a Silvio y a Pablo, diciendo siempre lo justito en pro de la causa equis y en contra del presidente zeta, en el bar, junto a los compañeros, después del trabajo, y quedito al oído de su amante, justo al momento del climax, nunca le perdonaron la alegría y el deseo que fluyen libremente de las máquinas literarias daltonianas a favor del ser humano y no del maldito partido o de la moda de ser de izquierdas, como dicen del otro lado del charco, sin arriesgar un buen trabajo, la reputación profesional, un exilio obligado o el desprecio o la incompresión de los demás. “Qué fácil es”, como diría Silvio.

El Gran Despecho
País mío no existes
solo eres una mala silueta mía
una palabra que le creí al enemigo.
Antes creía que solamente eras may chico
que no alcanzabas a tener de una vez
Norte y Sur
pero ahora se que no existes
y que además parece que nadie te necesita
no se oye hablar a ninguna madre de ti
Ello me alegra
porque prueba que me inventé un país
aunque me deba entonces a los manicomios.
Soy pues un diosecillo a tu costa
(Quiero decir: por expatriado yo
tú eres ex patria)

Cuando leí este poema de Roque, tuve que aceptar que ese país diminuto en el que nací había desaparecido. Muchos amigos ya han muerto e ignoro la dirección de los que quedan. He tratado de tener amigos y amigas nuevos y he llegado a la conclusión de que hablamos idiomas diferentes, de que ese San José que recorríamos en las madrugadas, junto al calvo José, después de unas birras en La Perla o en Chelles, ya se esfumó, de que ahora todos prefieren esconderse en sus casas o perder sus pesos en los shopping “malles”, como dicen muy orgullosamente los ticos. Los pinches dueños de ese país han designado a un presidente inconstitucional que promete con el cuento del neoliberalismo, digo el TLC, cambiar un destino anunciado que ha traído miseria en todo lugar, por ejemplo, Argentina y Chile para empezar, pero que en nuestro país, digo, en el país suyo, lo hará más rico si tiene el correcto espiritú emprendedor, si sabe competir e integrarse a la economía mundial. Un país sin futuro en unos cuantos años más. Un país de recuerdos no más.
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