Invocación
Se muy bien que si hubieras querido, me habrías buscado. No me curo de quererte a
pesar del tiempo y de la distancia. Quizá sea mi soledad, mi sospecha de que merecíamos
algo mejor que el obstinado y sordo olvido de los grises días de nuestra media
edad. Aun así me rehúso a buscarte porque ahora te toca a vos apostar por mí,
como yo lo hice sin saber si vos contestarías mi llamada. Tal vez te cuento
estas cosas antes de mi cumpleaños porque me quiero liberar del recuerdo de tu
presencia. Te invoco esta madrugada porque no quiero ser más prisionero de los
ecos que tatuaron en mi tus palabras y tus caricias y de todas esos planes que
quedaron incumplidos, como impotentes sueños de drogadictos. Ay mujer, cómo me
duele estar lejos de vos. Quisiera sentir tu abrazo, tus besos, tu exaltada
respiración en la madrugada para confirmar que no te imaginé. Quisiera que me
quieras a pesar de mí, a pesar de vos, que conquistáramos esas circunstancias
imposibles en que no pudimos más que escondernos detrás de nuestros miedos. Sé
muy bien que si hubieras querido, me habrías buscado. Por lo tanto, todas estas
palabras están de más.