12.21.2007

Una carta que no mandaré

P.,

Me gustaría escribirte un correo electrónico como antes pero no puedo. No sé si lo vas a borrar automaticamente o si me vas a mandar al carajo. Me gustaría llamarte pero no sé adonde estás ni tampoco tengo tu número ahora que supongo que andas de viaje. Entonces, no me queda otra que escribir en el blog. Tal vez algún día seremos capaces de hablar otra vez. Tal vez nos hemos hecho tanto daño que ya no nos queden palabras. Tal vez algún día nos podremos reír de todo lo que nos pasó. No sé. En este momento, nada es claro.

No sé si me podés perdonar por todo lo que pasó. No sé si te puedo perdonar por todo lo que no hiciste por mi. Al final no supimos proteger la conexión que existe a pesar de todo entre vos y yo. Me pregunto si alguna vez entendiste que lo aposté todo por vos, que realmente solamente me importaba terminar a tu lado, que una noche y unos momentos a escondidas realmente no valían la pena si todo se quedaba allí, que todo para mi era un prefacio para algo más grande, sin fronteras, sin reglas, que solamente deseaba gritar que estábamos juntos, que todos lo supieran y sin importar quien nos viera.

Dirás que me equivoqué al contarle a mi compañera de tantos años que vos existías. Sin embargo, también a M. le debo la verdad. El punto no es que a M. y a mi no nos quede más tiempo juntos sino que tu presencia en los últimos meses merece también una explicación, que el dolor de perderte no lo pude esconder tan bien como hace diez años atrás. Vos me reclamaste alguna vez que sabías muy bien a lo que te enfrentabas y no te importó si en el proceso me destrozabas. Ella no hizo más que proteger a su familia, como vos, al llamar al italiano y pedirle que vos no me llamaras más con las excusas de que nos podés escribir, que te diera más tiempo, y que todavía te acordabas de mi.

Me dolés profundamente porque ahora si creo que no podremos superar tu rabia de explicarle a tu compañero quien soy, de que te descubran en la mentira yo ni yo el miedo de volverte a buscar.
Vos decidirás el futuro de este cuento. Yo no puedo hacer más.
Igual te deseo la mejor de las suertes aunque no me podás perdonar.

C.

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